Las semillas de linaza tienen una historia larga y extensa. Originarias de Mesopotamia, la planta de linaza se conoce desde la Edad de Piedra. Uno de los primeros registros de uso culinario de la linaza se remonta a los tiempos de la antigua Grecia.
Carlomagno, el emperador que se volvió famoso por darle forma a la historia Europea, estaba tan impresionado por lo útil que era la linaza en términos de sus usos culinarios, medicinales y por su fibra (la fibra de linaza se puede tejer para hacer lino), que aprobó leyes que ordenaban su producción y consumo.
No fue hasta que los primeros colonos llegaron a Norte América que la linaza se sembró en los Estados Unidos. En el siglo 17, la linaza fue introducida y sembrada en Canadá, que hoy en día es el principal país productor de estas semillas, así como algunos países europeos.